miércoles, 10 de abril de 2013


El ojo social sikuri

Caminaba tranquilo, escuchando música con el mp3 sin pensar en lo que se venía...
Yo confiado de estar en una avenida principal en el distrito más poblado de Lima, cuando una persona se acerca poco a poco hacia mí, cuando pienso que ya la crucé me doy con la sorpresa de que mis audífonos están colgados y ni cuenta me di de que no escuchaba la melodía, fue tan sorpresivo y rápido.

Hoy le doy sentido a todo lo sucedido

Voy al ensayo del conjunto de sikuris, se trasladó de lugar pues tenían una presentación en Zárate, estábamos en “Las Malvinas” de SJL, en el parque Grau. Mientras se dan las indicaciones del evento del día siguiente y compartimos una gaseosa todos miramos sorprendidos cómo una persona sale corriendo con unas cosas que arrebató a un transeúnte, sucedió como a 15 metros de donde nos encontrábamos, en ese momento todo pasa por nuestra mente, estábamos 10 personas con nuestros instrumentos y solo comentamos lo sucedido, uno dijo: “Yo les dije, hay que ensayar allá...” con esto quiso decir que se pudo prevenir este suceso de haber estado en el punto céntrico del parque y no en el área verde.

Terminaron de dar las recomendaciones para el día siguiente en nuestra presentación en el X INKARI (Encuentro de sikuris) y volvimos a ensayar las canciones, ahora en el lugar desde donde empezó a correr aquel joven transgresor.
Tuve una especial sensación pues venían las ideas, soplaba las cañas del siku pensando en que podríamos evitar otros robos mientras nosotros estemos allí.

El ojo social

Definido por algunas personas como la capacidad disuasiva aplicada con la sola presencia, orientada a la prevención de conductas transgresoras (robar, pintar paredes, dejar basura en la calle, fumar hierba, entre otras). Un sereno cumple su función disuasiva, pero no alcanzan para que patrullen todas las calles de Lima, en este caso le toca a la población organizarse para prevenir toda conducta que los afecte y que reste sus derechos, una experiencia de San Juan de Lurigancho es la siguiente:
 Los vecinos se organizaron para prevenir el pandillaje y la delincuencia de la siguiente manera: en las noches, cuando jóvenes desconocidos se agrupaban en una esquina los vecinos salían de sus casas con escobas en la mano, luego se ponían a barrer cerca a estos desconocidos, de esta manera ellos se retiraban, claro está, tenían una coordinación previa con la comisaria del lugar.

El rol de la Cultura

Es agradable ver presentaciones de danzas, por el color, la alegría y la distracción pero el papel de la cultura va más allá, con las expresiones culturales se puede desarrollar una labor social, esperemos que las agrupaciones, asociaciones, sociedades y conjuntos artísticos, folklóricos lleven más allá su papel en la sociedad, las posibilidades son infinitas.
He participado en una agrupación de danzas y los ensayos eran gratos momentos de interacción, en una casa se guardaba el parlante y ensayábamos en la pista después de calentar el cuerpo corriendo varias vueltas a la cuadra, la relación con la comunidad era óptima.
Aprovechando la licencia social se puede buscar una misión más allá de la representación folklórica, las ideas están planteadas y la juventud tiene mucho empeño, les puedo decir que bailando y cantando podemos construir un Perú mejor.

Hoy le doy sentido a todo lo sucedido

Cuando perdí mi mp3 estaba escuchando una canción de sikuris, siento que en lo expuesto se encuentra el vínculo entre cosas tan disímiles como la música y la delincuencia.

¿Y tú bailas en algún grupo? ¿Estas ideas te generaron otras nuevas?

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jueves, 4 de abril de 2013

La Juventud se hace humo...



Ya van tres veces... y siento que algo puede pasar.

Estaba llegando a mi casa y me extrañó ver a varios jóvenes en bicicleta, así como hay grupos de jóvenes que andan en motocicletas, estos jóvenes ciclistas se reunían en una esquina poco transitada, varios llevaban gorros y el rostro no se les veía, o es que no se los quería ver. Doy vuelta a la esquina, camino con confianza y me dirijo hacia la tienda más cercana dando la impresión de que ese será mi destino, pura estrategia.
El camión canta, no sé si de alegría o de tristeza, al recoger los residuos sólidos, creo que de alegría, pues suena: saca tu basura, paga tus arbitrios... la la la

Y así tres veces

La siguiente vez no trajeron sus bicicletas, ahora no eran ciclistas, solo caminantes, y la gente teme que se conviertan en velocistas.

Los alcancé a ver a la distancia, por eso al acercarme al carrito sanguchero que se encuentra antes de llegar a la esquina miré hacia dentro de la casa iluminada y con puerta abierta, buscando la mirada ausente de alguien que no conozco, por pura curiosidad, volteo la esquina antes de que me den vuelta.

Y así tres veces

Pero solo tengo recuerdo de dos.
Es suficiente para mí ver tres eventos similares para sacar algunas conclusiones.
Que el deporte no es el móvil para concentrarse en aquella vacía esquina, e aquella calle medio oscura.
Que el humo blanco que sale por sus chimeneas, o que ellos prefieren no exhalar, no indica que alguno de ellos se convirtió en santo o en papa o en otra cosa.
Que el serenazgo no pasa por esas calles, donde a pocas cuadras se puede conocer a una banda, y no de música.
Que la población no está organizada para hacer frente a esta propuesta ciclofumística.
Que según ciertos comentarios, las personas de aquel edificio de la esquina deben estar más relajadas, riendo sin razón, con sed y luego con la bajada.

Ahora volemos un poco:
Me acerco a la Municipalidad, a la gerencia de seguridad ciudadana, logro ver al Subgerente, encargado de la vigilancia y patrullaje de los serenos por el distrito. Buenos días –le digo. ¿Cómo esta joven?- me responde, yo bien, bueno, un tanto preocupado por lo siguiente, yo vivo cerca y estos últimos días (quise decirle “semanas” para agravar la situación, pero tampoco quise crear una historia ficticia) veo a jóvenes que se concentran en la esquina y arman sus cigarros de marihuana (hubieran visto la cara del subgerente >.<), ¿y por dónde vives?- me dice, en Zarumilla- le respondo, a ya, esa zona es peligrosa, no salga ni pases tan tarde por ahí- me dijo, te pueden robar, hemos puesto un agente canino en la cuadra 5, hacia el frente.

¿Y la municipalidad no tiene estrategias para prevenir que los jóvenes caigan en las drogas?, se lo dije con cierto énfasis, me estaba achorando.
Por supuesto- me dijo, por poco y me saca un libro, pero me comentó que se hizo una labor con jóvenes, denominada “Habla Choche” y se trabajó con jóvenes en riesgo... bla bla bla.
Ahora buscaremos el eslabón perdido.

En los programas de municipios, el eslabón perdido es el elemento más interesante, es decir, el vínculo que une a la comunidad con el municipio, o las estrategias para lograrlo.
¿Se logran los objetivos de los programas?, ¿se alcanzan las metas de beneficiarios? , ¡Quién sabe!
¿Estos programas deben incidir en la reducción de los  índices de delincuencia, drogadicción o pandillaje para decir que son exitosos o es una utopía? O los servicios públicos han sido rebasados por la población limeña y la población residente que viene de provincias diferentes a Lima. Es acaso la ciudad la que ha sido rebasada, y enfrenta ahora la entrega de servicios  de salud, limpieza, seguridad entre otros, con la logística que se usaba hace 20 años, y no me refiero a la tecnología, si no al alcance o al número de habitantes beneficiados.

Volvemos a los ciclistas

La próxima vez que me acerque a aquella esquina, estaré consciente de que pueden estar aquellos jóvenes, con o sin sus bicicletas, o de repente no son suyas, son prestadas.
Esta historia recién empieza...
¿Sabes de algún programa municipal en tu distrito que trabaje con jóvenes en riesgo?
¡Coméntalo!